La navidad de 2006

Para muchas personas, la navidad de 2006 fue una como otra cualquiera: compras, comidas y cenas, borracheras, petardos, regalos, etc. Pero para Coral fue algo distinto. Eran sus primeras navidades libre, sí, libre. Tras 5 años de infierno, la viudedad le sentaba muy bien.

Su difunto marido, militar de profesión, había sido el único novio que había tenido, como las buenas chicas. Se casaron en cuanto ella terminó en el instituto, con 18 años, él ya tenía 21 y era soldado desde hacía 2. Le quería tanto, desde que se conocieron, cuando Coral entró en el instituto con 16 años y él era uno de los veteranos repetidores de último curso. Aquellos dos primeros años fueron un sueño, la típica relación idílica de serie adolescente de institutos americanos.
Pero todo cambió, murió más bien, el día que se casaron. La felicidad infinita dio paso al horror en la noche de bodas. Cuando todo el mundo se fue y ellos se quedaron solos, Alberto la cogió y le dijo:
- Ahora eres mía, para siempre, y debes complacerme en lo que yo quiera, sin rechistar, como una buena esposa.
Le tapó la boca y la violó.

A la mañana siguiente, Coral seguía en shock, pero todo el mundo pensó que estaba cansada de la fiesta. No sonreía ni hablaba con nadie, simplemente salió del hotel se sentó en el coche y se dejó llevar al aeropuerto; la luna de miel le esperaba: 10 días en absoluta soledad con él, estaba aterrada, pensaba que no iba a volver, que la mataría por ahí, en alguna playa de Aruba y la echaría a los tiburones. Pero no pasó nada de eso. Alberto era una persona encantadora delante de los demás.

Al volver y empezar de verdad su vida juntos fue cuando el infierno empezó. Lo primero que hizo Alberto, tras la mudanza, fue tirarle ropa, zapatos y maquillaje. Le dejó clarito que ella no iba a seguir estudiando, que ni se le ocurriera pensar en ir a la universidad, que era muy tonta para eso; tampoco tenía que buscar trabajo ni aprender una profesión, él era el hombre de la casa y esa era su misión, lo suyo era ser esposa y, en el futuro madre. Cuando Coral abrió la boca para opinar, una bofetada le cruzó la cara y la tiró al suelo.

Lo peor de su marido no eran las palizas ni el control ni la soledad, sino sus perversiones sexuales. No solo traía prostitutas a casa, con las que la obligaba a follar mientras él miraba, sino otros hombres. La compartía con otros como si fuera un porro. Menos mal que resultó que era estéril y no podía quedar embaraza. Simplemente quería morir pronto para escapar de aquello.

Nada de esto era sospechado por nadie del entorno, por el trabajo de Alberto duraban poco en una ciudad y no llegaban a tener mucho contacto con nadie. De vez en cuando, Coral tenía algunos días libre, cuando Alberto era mandado a maniobras. Pero no era libre del todo, la llamaba siempre que podía para ver dónde y con quién estaba.

Pero todo terminó precisamente un día de maniobras. Se supone que estaban haciendo una simulación de toma de una ciudad ocupada, la munición era de fogueo, todas las balas... menos una. De algún modo, un bala de verdad fue a parar a uno de los fusiles y Alberto recibió un disparo mortal por la espalda. Nadie se explicó como ni se supo quién lo disparó. De eso hacía 3 meses.

Coral se mudó a su ciudad natal al día siguiente de enterrarle. Todo en mundo se pensó que por el dolor, ya que mantuvo las apariencias ante toda la comitiva militar. Pero ella solo quería huir de allí y abandonarlo en aquel agujero frío, donde lo metieron, encima, con todos los honores.

Ahora, diciembre de 2006, ella era totalmente libre y con una paga vitalicia.

Aquella navidad volvió a ver a su familia, volvió a salir con sus amigas de toda la vida, hizo amistades nuevas, y decidió matricularse en la universidad.

Aquellas navidades Coral volvió del infierno convertida en una mujer nueva.





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