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Mostrando entradas de diciembre, 2017

Cuatro gatos

Cuatro gatos, jóvenes y felices, en un patio; se vuelven locos al ritmo de un reel. Corren sin dirección, sin chocarse con nada, volando a ras del suelo, sobre las sillas, el árbol, los setos. Miran a los músicos a través del inmenso ventanal por una fracción de segundo. Vuelven a sus andanzas, sus luchas fingidas, sus ratones invisibles, los pájaros fantasmales que sólo ellos pueden ver. Puro libre albedrío en forma de belleza felina. Información: Publicado en la VII convocatoria de microrrelatos de temática libre "Pluma, tinta y papel" de Diversidad Literaria .

La navidad de 2006

Para muchas personas, la navidad de 2006 fue una como otra cualquiera: compras, comidas y cenas, borracheras, petardos, regalos, etc. Pero para Coral fue algo distinto. Eran sus primeras navidades libre, sí, libre. Tras 5 años de infierno, la viudedad le sentaba muy bien. Su difunto marido, militar de profesión, había sido el único novio que había tenido, como las buenas chicas. Se casaron en cuanto ella terminó en el instituto, con 18 años, él ya tenía 21 y era soldado desde hacía 2. Le quería tanto, desde que se conocieron, cuando Coral entró en el instituto con 16 años y él era uno de los veteranos repetidores de último curso. Aquellos dos primeros años fueron un sueño, la típica relación idílica de serie adolescente de institutos americanos. Pero todo cambió, murió más bien, el día que se casaron. La felicidad infinita dio paso al horror en la noche de bodas. Cuando todo el mundo se fue y ellos se quedaron solos, Alberto la cogió y le dijo: - Ahora eres mía, para siempre, y deb

El descubrimiento

Richard cruzó la calle sin mirar siquiera, iba corriendo tan deprisa que ni miraba por donde. Lo primordial era esconderse bien y rápido. Ya había visto a aquel hombre en tres ocasiones y aquello no podía ser casualidad, no en su trabajo. Ser espía empresarial era un trabajo de riesgo, propio de la Guerra Fría. No eran pocos los conocidos del mundillo que habían "desaparecido". Aquello le tenía paranoico. Su aspecto, por lo menos, era el típico de persona normal que no recuerdas ni haberte cruzado por la calle al segundo de haberlo hecho. Y eso era una enorme ventaja. El tipo que le perseguía, en cambio, era visible en la distancia: un tipo enorme del norte, rubio y musculoso. Estaba seguro que iba a por él, el secreto que había descubierto en aquella farmacéutica era demasiado grande como para ser el único tras la información que él había robado. Cuando llevaba cinco minutos corriendo llegó a su destino, el piso franco de la zona oeste de la ciudad. Allí tenía una mochila