La cúpula 82 (II)
Partir hacia nueva vida, ese siempre fue su sueño. No le gustaba demasiado el sector 27, dedicado a la educación y a los niños. Sólo había aguantado por sus méritos, aunque reconoce que se les coge cariño a esos cabroncetes con los años.
Su nuevo destino, el sector 12, era un centro arqueológico de nivel 5, con excavaciones en yacimientos no anteriores a la Gran Guerra Nuclear del 2198. Todo allí abajo, porque tenían que meterse muy hondo en la tierra, era fascinante y, a la vez, peligroso. Una vez, un compañero, anterior a su llegada, estaba en el antiguo centro de investigaciones médicas y se contagió de una enfermedad desconocida. Afortunadamente ahora disponían de nanobots superavanzados que podían curar cualquier enfermedad, realizando análisis en el propio cuerpo y actuando en consecuencia. Ella iba ese mismo centro y le daba miedo, aunque desde entonces se contaban con medidas de seguridad muy estrictas para evitar que se repitiera la experiencia.
Según llegó, su superior le dio su nuevo uniforme, le acompañó hasta su nueva habitación y le informó que la jornada empezaba a las 5 de la mañana en la cantina general. Allí les informarían cada día de la misión del día y los protocolos necesarios para conseguirla. Tras lo cual se despidió secamente y se fue. Ahora estaba sola en un lugar desconocido pero con ganas de empezar.
Su nuevo destino, el sector 12, era un centro arqueológico de nivel 5, con excavaciones en yacimientos no anteriores a la Gran Guerra Nuclear del 2198. Todo allí abajo, porque tenían que meterse muy hondo en la tierra, era fascinante y, a la vez, peligroso. Una vez, un compañero, anterior a su llegada, estaba en el antiguo centro de investigaciones médicas y se contagió de una enfermedad desconocida. Afortunadamente ahora disponían de nanobots superavanzados que podían curar cualquier enfermedad, realizando análisis en el propio cuerpo y actuando en consecuencia. Ella iba ese mismo centro y le daba miedo, aunque desde entonces se contaban con medidas de seguridad muy estrictas para evitar que se repitiera la experiencia.
Según llegó, su superior le dio su nuevo uniforme, le acompañó hasta su nueva habitación y le informó que la jornada empezaba a las 5 de la mañana en la cantina general. Allí les informarían cada día de la misión del día y los protocolos necesarios para conseguirla. Tras lo cual se despidió secamente y se fue. Ahora estaba sola en un lugar desconocido pero con ganas de empezar.
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